“Proceso Constituyente: una oportunidad para Rediseñar el Chile que queremos” | Almabrands
Columna de Michelle Pinaud, Luis Gavilán y Cali Trivelli | Fotografía por Luis Gavilán
Chile vive hoy uno de los momentos de cambio y transformación social más relevantes de las últimas décadas. Un proceso que nos ha llevado a cuestionar y desafiar las bases de nuestra convivencia, el cómo nos vinculamos y relacionamos los unos con los otros, y sobre todo, el sentido profundo de propósito que compartimos respecto a la vida en común. Un proceso que parece tener muchos paralelos con el diseño y la implementación de estrategia que hace más de 11 años desarrollamos en Almabrands con personas, empresas e instituciones, y que hoy, en medio de una profunda crisis social, política y económica, cobra aún más valor, urgencia y relevancia.
El punto de partida: un Diagnóstico que deja ver nuestras fortalezas pero sobre todo, nuestras brechas, debilidades y desafíos como sociedad
Nunca es fácil mirarse desde el dolor y la brecha. No es fácil en procesos estratégicos y tampoco lo ha sido para Chile como país. El estallido social, antecedido por múltiples polémicas, escándalos de colusión y corrupción, muchos hitos dinamitando la confianza en nuestra sociedad; el acuerdo y anuncio de un proceso constituyente, una pequeña luz de esperanza que se ve postergada por la llegada de la pandemia; luego el coronavirus, el encierro, el miedo, la crisis sanitaria, la crisis económica consecuente. La incertidumbre es una de las emociones que han marcado el contexto y el sentimiento colectivo durante el último tiempo. Incertidumbre que, en parte, responde a la preocupación de que la clase política tradicional “secuestre” este proceso, que los ciudadanos sienten como algo propio dado su origen colectivo.
“Incertidumbre porque no existe claridad en los procedimientos para levantar la nueva Constitución. Esperanza porque quiero un Chile mejor. Ilusión en que se buscará lo mejor para todas las personas.” (Mujer, 38 años, Talcahuano | Encuesta “El Chile del futuro”, Almabrands)
Pero junto al miedo, también surge la oportunidad desde la esperanza. En nuestra encuesta “El Chile del futuro”, podemos ver a la esperanza ubicarse como la emoción principal, mayoritariamente entre quienes votaron “apruebo”. Esta esperanza se ve reflejada en las expectativas de las personas: un nuevo comienzo, un proceso participativo y ciudadano, no de las élites de siempre, democrático e inclusivo, que reúne una gran diversidad de opiniones, las ganas de un mejor futuro para las siguientes generaciones, una renovación de la política y la participación de liderazgos con origen en la ciudadanía, una mayor igualdad de oportunidades, y esta posibilidad de un diálogo ciudadano. Una nueva forma de relacionarnos como sociedad, donde primen la empatía, la transparencia, la colaboración, la equidad, y, por sobre todo, la dignidad. Esta esperanza está acompañada también de optimismo, alegría, motivación y tranquilidad.
Estrategia: Co-construcción de nuestra nueva Constitución
Este proceso, que fue gatillado por la crisis social de octubre de 2019 y que derivó en la convocatoria a un plebiscito sobre una posible nueva Constitución - donde una gran mayoría votó por la opción del “Apruebo” - nos entregó una clara señal desde gran parte de nuestra sociedad: Chile quiere y necesita una nueva Constitución, y quiere que esta nazca de un proceso participativo, amplio y diverso.
Nos adentramos así en una importante etapa de diseño estratégico colaborativo del modo en el que queremos convivir. Esta nueva Constitución, haciendo el paralelo con nuestros procesos de consultoría, equivale a la generación de las definiciones estratégicas de una organización, todos aquellos acuerdos, consensuados por sus integrantes, que guiarán a nuestro país de cara al futuro.
También hemos manifestado que queremos construir este sentido bajo ciertas condiciones. Chile quiere diseñar su Constitución de manera colaborativa, inclusiva, renovada, que no venga de la política tradicional. Esto se ha visto reflejado en el surgimiento de una gran cantidad de liderazgos locales y no ligados a partidos políticos (candidat@s independientes que no han participado antes en cargos públicos o políticos). Por otro lado está el fondo, desde los distintos ámbitos de interés y preocupación de los ciudadanos, todos aquellos temas, iniciativas, y causas que se proponen como relevantes para la discusión de la nueva Constitución.
Estas definiciones estratégicas consideran pilares o compromisos centrales, claves para construir el país que queremos; las expectativas sobre estos temas fundamentales que debería considerar la nueva Constitución incluyen principalmente a la educación, la salud y las pensiones, a las que se suman la preocupación por el medioambiente y recursos naturales, los pueblos originarios, la igualdad y equidad, y la vivienda, entre otros.
Acción y futuro: Cuidar el proceso y cumplir lo prometido
Luego vendrá la acción, la implementación de todo lo que en esta nueva Constitución se defina como el modo en el que queremos convivir. Pero para que validemos el camino y por tanto el resultado, la Convención Constituyente debe hacerse cargo del diagnóstico y cuidar el proceso para que las necesidades, dolores y expectativas de los ciudadanos sean parte efectiva y central de éste: que la participación ciudadana sea real, que las élites no se apropien del proceso, que se haga de manera transparente, colaborativa e inclusiva, y sobre todo, que el resultado, nuestra nueva Constitución, logre plasmarse efectiva y realmente en un nuevo acuerdo, en un nuevo pacto cotidiano que cambie la lógica de vida de todos los ciudadanos.
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