¿Cuántas formas tiene un árbol?

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Nicolas Jobet,

Subgerente de Comunicaciones de ARAUCO

La naturaleza, sus formas y procesos han sido, desde siempre, fuente inagotable de inspiración: para el arte y el diseño, claro, pero también para otras innumerables dimensiones de la vida humana.

La capacidad de observar nuestro entorno natural es una característica primitiva, fundamental para la supervivencia; también lo es para conocer sus ciclos, admirarse con sus frutos e incluso conectarnos con nuestra dimensión espiritual. Pero el permanente afán del ser humano por dominar y comprender la naturaleza, choca porfiadamente, una y otra vez, contra la constatación de que hay algo siempre elusivo e inasible en ella. En esa tensión entre lo que controlamos y lo que se nos escapa, entre lo que comprendemos y lo que nos desborda, radica quizá la belleza de la naturaleza.

Las innovaciones tecnológicas nos permiten dar siempre un paso más en ese espíritu de conocimiento, para ponerlo hoy al servicio de un objetivo urgente: el combate del cambio climático. El proyecto Lemu, desarrollado por Odd Industries, promete ser el primer atlas de la biósfera a partir de inteligencia artificial, es decir, una base de datos dinámica que mapea geoespacialmente, al detalle, el mundo natural. Conocer a ese nivel los biomas del planeta, dibujando cada hoja de cada árbol, cada gota de cada río, cada cambio en el suelo, es una oportunidad concreta para escalar esfuerzos de conservación a nivel global.

 Acaso la mayor disyuntiva de nuestros tiempos es cómo equilibrar las crecientes necesidades materiales de la población mundial -abrigo, alimentación, energía y vivienda, entre muchas otras- con la conservación y el cuidado del medioambiente ¿Son principios en contradicción? ¿Es incompatible perseguir el bienestar material humano y cuidar el planeta? La respuesta, como en casi todo, está en el equilibrio: encontrar una sana armonía entre conservación medioambiental y producción sustentable. La producción de madera, material noble y renovable, para la industria de la construcción, o el reemplazo del plástico de un solo uso por materiales sustentables a partir de fibras naturales, son caminos posibles. La clave está en trabajar por un futuro en que sea realidad, al mismo tiempo, el resguardo de la naturaleza en su estado puro y aprovechar de manera equilibrada los recursos que ella nos entrega.

 
 
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